Capítulo 29
Patricia bajó la cabeza, no podía creer que acababa de besar a Pascual en el auto, y lo que era aún más sorprendente era que se había dejado llevar por el momento. Si no fuera por la llamada, probablemente las cosas se habrían salido de control.
Con la cara ardiendo, Patricia bajó la ventana del auto.
Mientras tanto en el teléfono,
“Pascual, ¿te crees muy grande? Te casas y ni siquiera me avisas, todavía estoy en este mundo, ¿acaso no me tomas en cuenta? ¿Así te enseñé desde pequeño? Ya verás cuando vuelvas, te haré correr 100 vueltas en la cancha, y no me vuelvas a llamar abuelo si no me das una buena explicación. La voz en el teléfono era imponente y un poco aterradora.
La vergüenza de Patricia desapareció al instante, levantó la cabeza con preocupación y miró a Pascual, quien le acarició el cabello y le hizo un gesto con los ojos de que todo estaba bien.
“No te hagas, no me creo que no sepas que ya me casé, eso de ser rápido en todo es algo que tú me enseñaste desde pequeño.” Pascual sonrió levemente.
Aunque sus palabras eran un poco descorteses, su sonrisa siempre era irresistible. Patricia pensó que esa sonrisa habia sido una gran parte de la razón por la que habia aceptado casarse con él.
La persona en el teléfono dudó por un momento y luego continuó regañando: “¡Qué pésimo nieto eres! No me daré cuenta de que mi nieto se casó si no fuera porque me lo contaron otros, ¿cómo justificas eso? ¿Por qué no eres igual de rápido y eficiente en otras cosas?, pero si que fue rápido para casarse a mis espaldas”
“Por supuesto que soy eficiente, solo lo aplico en el momento adecuado.”
No cambies de tema, volviste a la ciudad A y ni siquiera me avisaste, ¿dónde está tu esposa? ¿Por qué no la traes a casa cuando regresas? ¿Piensas esconderla?”
“Acabo de llegar”, respondió Pascual con resignación.
“Acabas de llegar, no creas que no sé que llegaste ayer, te llamé tantas veces esta mañana y no contestaste ninguna, Felipe que estaba al otro lado del teléfono, estaba muy enojado.
“Estaba en una reunión.”
“¿Acaso la familia Leyba es tan pobre que no tenemos para alimentarnos? ¿Necesitas trabajar tan duro que no tienes tiempo ni para contestar una llamada? Muchacho, te vi crecer, sé muy bien lo que tramas, no me des excusas, trae a tu esposa a cenar a casa esta noche, si llegas un minuto tarde, te las verás conmigo.”
“Abuelo, cuida tu imagen, no hables tan fuerte o la asustarás.”
Hubo una pausa en el teléfono, luego Felipe dijo con disgusto: “No me engañes con eso, todavía no es hora de salir del trabajo, ¿cómo puede estar ella contigo?”
Pascual se tocó la nariz, su credibilidad parecía haberse vuelto negativo, nadie creia en sus palabras, miró a Patricia con resignación: “Pati, saluda a mi abuelo.”
“Hola abuelo, soy Patricia. De verdad, lo siento mucho, debería haber ido a verte por mi cuenta.” Patricia estaba un poco nerviosa por dentro, pero se esforzó por relajarse. No habían consultado a la familia antes de casarse, así que era comprensible que estuvieran molestos.
Al escuchar esa voz suave, Felipe se quedó atónito por un momento antes de darse cuenta de que Pascual le habia jugado una broma, su tono cambió de inmediato y se volvió amable: “Pati, por ahora te llamaré asi, tú no tienes la culpa, yo he estado esperando que Pascual se casara desde hace años, por eso me puse un poco impaciente. Ustedes acaban de llegar ayer, en realidad deberian descansar un poco.”