Capítulo 13
Pascual estaba a punto de decir algo, pero Patricia lo detuvo a tiempo: “Tio Joan, tia Rita, no quiero una ceremonia de matrimonio por ahora. Hace mucho que no estoy en la ciudad A y hecesito tiempo para adaptarme. Además, tengo que buscar trabajo allá, no tendría tiempo ni energia para organizar una boda. Por ahora dejémoslo así, ya veremos más adelante”.
Pascual miró fijamente a Patricia, y al ver que ella estaba decidida, no dijo nada más.
“Bueno, respetamos su decisión. ¿Cuándo planean irse?”.
Ambos mayores habian experimentado mucho y habian visto todo tipo de situaciones, no les importaba la formalidad, solo querian que fueran felices.
Patricia le hizo señas a Pascual para que hablara, y él dijo: “Ya terminé con todo de mi parte aqui, solo depende de cuándo Pati pueda dejar su trabajo”.
“Ya casi termino con el proyecto en el que estoy trabajando, solo me queda cerrar algunos detalles. No creo que afecte si alguien más se hace cargo. Mañana escribiré mi carta de renuncia, no deberia tardar más de tres días”.
Pascual pasó todo el dia en la casa de la familia Bane’s, ayudando a Patricia a empacar por la tarde. No tenia muchas cosas, solo dos maletas, una de las cuales estaba repleta de libros.
Rita estaba muy satisfecha al ver a Pascual empacar, de manera organizada.
Esa noche, Rita dejó que Pascual se quedara en su casa. Cuando Patricia escuchó esto, salió de su habitación para detenerla, pero Rita la bloqueo: “No hay problema, hay espacio en la casa, ¿cómo puedes dejar que tu recién esposo se quede en un hotel?”.
Patricia no sabia qué decir. Al ver la mirada de desaprobación de la tía Rita, tragó sus palabras.
Cuando se dio la vuelta, vio a Pascual mirándola con una sonrisa juguetona y ella lo fulminó con la mirada: “¿De qué te ries? Mi primo Lázaro ha estado ayudando en la casa de su cuñada toda la semana, te quedarás en su habitación”.
Pascual levantó las manos, con una expresión inocente: “¿No estarás pensando demasiado, Pati? La tia Rita ya me lo dijo, lo escuché muy claro, no tienes que repetirlo”.
Patricia tomó el control remoto del televisor que estaba en la mesa de centro, frustrada.
Rita no pudo evitar reirse al ver a la pareja discutir. Les dejó algunas instrucciones y salió a dar un paseo con Joan, dejándoles espacio a solas. Pascual se sentó junto a Patricia y dijo en serio: ‘Pati, no tienes que sacrificar te tanto, renunciando a todo lo que has logrado en esta ciudad. Puedes quedarte en la ciudad A sin preocupaciones, yo me encargaré de todo en casa. De todos modos, la ciudad A y la ciudad B no están muy lejos, si quiero venir solo tomaria un vuelo de media hora. Mi empresa ya está en marcha, no necesito estar presente todo el tiempo, puedo manejar muchas cosas de forma remota”.
Patricia miró fijamente a Pascual durante unos segundos, y al no ver nada extraño en su rostro, no pudo evitar preguntar: “¿En serio?”.
Pascual no pudo evitar reir: “Resulta que casarse con una auditora significa enfrentarse constantemente a estar bajo sospecha”.
“Ya que lo sabes, no te atrevas a mentirme en el futuro. En los ojos de una auditora, no hay lugar para esconder las mentiras”.
Pascual se dio cuenta de que cada vez que Patricia hablaba de su trabajo, sus ojos brillaban intensamente, como si la incomodidad de antes hubiera desaparecido.
“Sra. Leyba, hablo en serio, no quiero que renuncies a demasiado por mi. Pascual repitió sus palabras con seriedad una vez más.